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Para recibir y entender la palabra de Dios, necesitamos un corazón abierto. Dios ve nuestro sentir, y si lo amamos y deseamos servirle, él abrirá nuestro corazón.
La historia de cómo Lidia se encontró con Pablo y aceptó el evangelio de Jesús lo encontramos en Hechos de los apóstoles 16, 8-15. Es una historia corta, pero podemos aprender mucho de ella. A causa de que Lidia era temerosa de Dios, pudo Dios guiar a Pablo hacia su camino y abrir su corazón para el evangelio. Ella recibió la palabra inmediatamente y abrió su hogar para los apóstoles, y nació la primera iglesia en Europa.
Vemos que también Pablo estaba abierto para la guía de Dios y actuó enseguida cuando tuvo la visión de viajar hacia Macedonia. Cuando somos una herramienta para Dios, y somos rápidos para oír y obedecer, así como lo fueron Pablo y Lidia, Dios puede hacer su trabajo a través nuestro. De esta manera la voluntad de Dios se puede realizar en nuestra vida y nosotros seremos de bendición y ayuda para las personas con quienes nos encontramos.
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Lidia la vendedora de púrpura vive en Filipos en Macedonia. Ella no es judía, pero sirve y ama a Dios y viene junto con otros creyentes para orar.
Pablo está de viaje de misión en Troas, del otro lado del mar. Una noche él recibe una visión donde un hombre (varón) macedonio le rogaba que vaya a Macedonia a ayudarles. Pablo y los viajeros navegaron inmediatamente y llegaron a Filipos. Junto al río donde los creyentes se reunían para orar, encontraron a Lidia y otras mujeres. Ellos hablaron, y Pablo predicaba sobre Jesús y como él puede mostrarnos cómo vivir para Dios.
Dios abrió el corazón de Lidia y ella aceptó inmediatamente el evangelio y se dejó bautizar. Ella invitó a Pablo y a los demás a su hogar, donde podían continuar conversando. Allí en el hogar de Lidia nace la primera iglesia en tierra firme- Europa.
Preguntas para la conversación
Versos de la biblia que se adaptan al tema:
Efesios 1. 17-18:
para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado…
Juan 7. 17:
El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta.
1 Tesalonicenses 2. 13:
Que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.
